miércoles, 29 de septiembre de 2010

Cosas curiosas…

Visto como está todo y viéndome en el paro hasta los 35 (gracias a nuestro amado país, que tiene en tan alta estima a los Biólogos…), he decidido hacer un máster. Pretendía pedir una beca, ya que mi economía no anda como para tirar cohetes y los estudios de posgrado no son precisamente baratos. Cual ha sido mi sorpresa cuando, al ir a formalizar la matrícula, me he dado cuenta de que si pienso solicitar beca no puedo pedir el pago fraccionado.

Pues veréis, no pido el pago fraccionado por gusto, sino porque me resulta imposible pagar ahora el pastizal que me van a sacar. Precisamente, los que pedimos becas lo hacemos porque no nos sobra el dinero, así que no podemos permitirnos empezar el mes haciéndole un ingreso de 3000 euros a la universidad y sentarnos a esperar si nos conceden la beca. Por desgracia, los estudiantes también comemos.

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lunes, 20 de septiembre de 2010

¿Diversión?

¿Cuál es el concepto de diversión de la juventud actual? ¿Pillarse una cogorza día sí, día también? Me resulta muy triste pensar que hay tanta gente que sólo es capaz de divertirse si hay unos cuantos cubatas de por medio.

La mayor parte de la gente que conozco, sale para emborracharse y miden lo que se han divertido una noche en base a la magnitud de la resaca. Puede que al día siguiente se encuentren como si una caballería les hubiese pasado por encima pero, da igual, porque ¡vaya pedo me pillé anoche! Y como yo no me he emborrachado, pues es imposible que me lo pasase tan bien como ellos.

No soy totalmente abstemia. Simplemente no me suelo emborrachar, no me parece divertido. Me conformo con tomar un par de copas tranquilamente cuando me apetece. Si llevo el coche no bebo. Y también hay días en que me apetece más tomarme una coca-cola que un cubata. Que queréis que os diga, soy así de “rara”.

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Mis amigos son de los supuestos “fiesteros” que salen siempre que pueden y no son capaces de estar en un garito sin una copa en la mano. Se extrañan de que todas las noches que salgo con ellos termine mosqueándome. Y es que, cuando llevan 3 o 4 copas encima empiezan a insinuarse. Con cada copa adicional, sus frases empiezan a subir de tono, hasta alcanzar un grado bastante soez. Cuando me sueltan perlitas del tipo “te la metía hasta el fondo”, dejo de ser simpática y paso a cagarme en todos sus muertos.

No sé, repito que seré rara, pero no entiendo su concepto de pasárselo bien. Cuando llevas demasiadas copas encima las cosas dejan de ser divertidas.

No se me olvidará el comentario que me hizo un día un chaval al que acababa de conocer y que era amigo de un amigo de mis amigos (¡que enrevesado suena!). Bueno, la cosa es que el tío me suelta que para qué coño salgo si no pienso beber. ¿¿¿Perdón??? ¿Acaso es obligatorio? Yo salgo a charlar, bailar, escuchar un poco de música, conocer gente,… ¿si no bebo dejo de ser guay? Pues sí, básicamente eso es lo que me dijo, que vaya vida más triste la mía si no me emborrachaba. ¡Para triste tú muchacho!, ¡que no eres capaz de divertirse si no llevas una buena tajada encima! (Añado que el susodicho empezó la noche calladito y muy serio, y sólo empezó a relacionarse con los demás cuando se había bebido media botella de whisky).

En fin, que últimamente cada vez que salgo me siento un bicho raro, y no creo que debiese ser así.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Y de nuevo llegó septiembre…

Después de pasar un mes de agosto la mar de tranquilo en un Madrid despojado de las tres cuartas partes de sus habitantes, se siente un poco de morriña el ver que las calles se vuelven a abarrotar, todos salen como locos a comprar para llenar sus neveras con la vuelta a casa, y no hay manera de aparcar a la primera. Todavía hace calor, aún quedan unos días de piscina, pero hoy es un día en el que se empieza a sentir la marcha del verano y las tormentas que han decidido visitarnos parece que lo hacen para confirmarlo.

Y ahora que todos han vuelto, estoy preparando una escapada para la segunda quincena de septiembre. No van a ser más que 3 o 4 días, pero me parece que van a saber a gloria. Todavía no sé cuál va a ser el destino. En el aire están Ibiza o alguna isla Canaria, aunque también vengo arrastrando las ganas de ir a Florencia. Pero lo que más me importa no es el destino, sino desconectar un poco y pasarlo bien.

No me gusta viajar en agosto, hay demasiada gente en todas partes. En cambio, septiembre me parece un mes estupendo. Menos gente, menos calor y los mismos destinos a menor precio.

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