viernes, 25 de junio de 2010

La tormenta

Anoche, durante esa tormenta eléctrica de la que muchos hoy colgaban fotos, un rayo cayó sobre el edificio en que vivo. Tuvo dos consecuencias. La primera, que casi muero de un infarto. Estaba plácidamente dormida cuando sonó un estruendo que hizo retumbar las paredes. Creí que era el día del juicio final, hasta que recobré un poco la lucidez y me di cuenta de que sólo era una tormenta. Así que me di la vuelta dispuesta a seguir durmiendo tan feliz (pobre ilusa). La segunda consecuencia, que me ha tenido puteada toda la noche, es que nos quedamos sin luz durante varias horas. Horas que aprovecharon los mosquitos para hacerme la vida imposible. Sabían que mi preciado enchufe había quedado fuera de combate y aprovecharon para venir a por mí.

atomic mosquitos

Opté por intentar eliminarlos a base de espray, pero sólo conseguí pasar un mal rato. Creo que hizo más efecto en mí que en ellos. Y como tenía tanto sueño que no era capaz de volver a levantarme de la cama, me he pasado toda la noche en una duermevela en la que intentaba dormir mientras tenía la mano preparada para soltar manotazos si les oía acercarse.

Conclusiones:

  • No he dormido nada y llevo todo el día medio zombi.
  • En la nevera hay algo con un olor un poco sospechoso.
  • Algún gracioso aprovechó la tormenta para entrar a robar en el kiosko de la piscina de la urbanización. Sí, es triste. La gente es capaz de empaparse y correr el riesgo de que les parta un rayo, con tal de poder robar golosinas y refrescos.
  • No tengo agua caliente. (Esto no viene a cuento pero me apetecía ponerlo).

Buen finde chicos. Yo creo que lo voy a empezar metida en la camita…

lunes, 21 de junio de 2010

Pequeñas confesiones

- Soy zurda, pero no escribo con la muñeca retorcida como la mayoría de los zurdos.

- No me gustan las películas románticas, aunque me enamorase de Ewan McGregor oyéndole cantar en Moulin Rouge. Soy más de cine de terror.

- Me gusta ir de punta en blanco a todos sitios, lo que ha hecho que me gane fama de pijilla.

- Nunca llevo pendientes. Ni siquiera tengo agujeros.

- Con 17 o 18 años me encantaba maquillarme y tenía montones de sombras de ojos y pintalabios. Ahora, en el 90% de las ocasiones, sólo me pongo un poquito de colorete y rímel. Cuanto más natural, mejor me siento.

- Me enloquecen los zapatos de tacón y no me importa gastarme una pasta en un par.

- Otra de mis pasiones son los vestidos. Tengo el armario lleno. Algunos no me los he puesto más que una vez y ahí se han quedado, muertos de risa.

- Siempre me han gustado los morenos, aunque mi último novio fuese un rubio de ojos azules.

- Hay días en que, después de entrenar y ducharme en el gimnasio, me planto algún modelito sexy sólo para ver la cara que se le queda al monitor al verme.

- Tengo la manía de morderme el labio cuando estoy concentrada.

- Me han dicho mil veces que no tengo pinta de que me guste la música que suelo escuchar ni las discotecas que frecuento.

- Nunca he probado las drogas.

- Tengo la sensación de que he perdido el tiempo en muchos momentos de mi vida. Actualmente creo que lo estoy haciendo, pero no hago nada por remediarlo.

- Me gustaría ser más lanzada.

- En momentos clave, me pone cachonda que me digan que soy una zorra.

- No me gustan casi ninguna tarta ni pastel y prefiero una bolsa de patatas a una tableta de chocolate.

- Me encanta hacer el payaso.

jueves, 17 de junio de 2010

Ladrones

Estimados ladrones de mi compañía telefónica, ¿os habéis enterado de que el país está en crisis? Me parece que no, porque seguís buscándoos las tretas para sacarnos el dinero por todos lados y con cualquier excusa. Si al menos el servicio fuese bueno, pagaría gustosamente; pero resulta que, en lo que va de semana, la media de tiempo que se mantiene la conexión a internet sin colgarse es de un minuto y medio. Conclusión, cuando llevo un cuarto de hora sentada delante del ordenador ya tengo ganas de partirle la cara al primero que se me ponga por delante. En este estado me resulta bastante difícil leer blogs o escribir en el mío, así que he decidido cagarme en todos vuestros muertos. Espero que solucionéis el problema rapidito porque si no os van a dar mucho por culo (con perdón por la expresión).

Os dejo, que voy a ver si corriendo se me pasa el cabreo…

martes, 8 de junio de 2010

De conductores y copilotos (II)

Ya que me he puesto con el tema de la conducción voy a seguiros contando algunas cosillas que me sacan de quicio.

Uno de mis amigos tiene la manía de revolverlo todo en cuanto se sube al coche. Tiene la capacidad de ponerme de los nervios aunque no lleve ni cinco minutos subido. Siempre me critica la música que tengo puesta, sea la que sea, y me revuelve los cds en busca de alguno que sea de su agrado. La mayor parte de las veces no se contenta con poner uno, sino que va cambiando cada dos por tres porque se le pasa por la cabeza la idea de que hay algo que le apetece más escuchar que lo que acaba de poner. Además, me revuelve la guantera y si va borracho (lo que suele ser muy a menudo) se pasa todo el camino haciéndome preguntas sin sentido. Según va avanzando la noche y subiendo su grado de alcohol en sangre, mi mala leche va aumentando en proporción.

Yo cuido mucho mi coche. Es el segundo que tengo. El primero me lo compraron mis padres de segunda mano, así que como ya estaba un poco hecho polvo y tenía que compartirlo con mi hermana, no le daba mucha importancia a su estado (entre otras cosas porque mantener un coche limpio y sin golpes con ella es bastante imposible). Ahora que tengo un coche que he podido disfrutar desde que salió de fábrica, lo cuido como a un tesoro. Vamos, que cada vez que me lo araña algún desalmado me cago en todos sus muertos. Soy la típica que lo lleva bien limpito y perfumado, con lo que creo que sobra decir que no dejo que se fume dentro de él. Odio el tabaco y como no fumadora no soporto el olor que deja en la tapicería. Mis amigos fuman casi todos y les tengo dicho que ni se les ocurra encender un cigarrito cuando se suban al coche. Pues bien, todos los puñeteros días tenemos la misma discusión cuando algún graciosillo salta con la preguntita “¿Me puedo encender un cigarro?”. Las primeras dos o tres veces que me preguntan suelo ser agradable, luego les suelto la primera bordería que se me pasa por la cabeza. El colmo lo tuvimos el día que se querían fumar un porro. Casi salimos en los periódicos.

Cómo no, me molestan las personas que no saben circular en las glorietas, que se cruzan con los coches que van por el carril de fuera, quedándose a escasos centímetros de pegarse un piñazo, y que encima tienen la cara de ponerse a pitar y lanzar berridos. También los que van permanentemente por el carril de la izquierda, sea cual sea su velocidad y esté o no libre el carril derecho; los que van a veinte y pegan el acelerón cuando los vas a adelantar; los que pitan una milésima de segundo después de que el semáforo se ponga en verde; los que se compran un todoterreno grande como una casa para ir a comprar el pan o recoger a los niños al cole;

Q7

los que no saben aparcar y te rozan el coche aunque haya hueco suficiente para meter un autobús; los que dejan el coche en doble fila y se van al bar a tomarse un copazo; los que adelantan por la derecha… y podría seguir diciendo cosas pero creo que ya me he desahogado bastante.

Y vosotros, ¿tenéis algo que añadir?

miércoles, 2 de junio de 2010

Conductores y copilotos

Todos nos transformamos en mayor o menor grado cuando nos ponemos detrás del volante. Yo soy de las que pierden la paciencia fácilmente y en cuanto hay demasiado tráfico para mi gusto me estreso bastante. Una de las cosas que peor llevo es tener de copiloto a alguno de esos conductores que, cuando se suben al coche de otro, se piensan que son ellos los que van conduciendo. Entiendo que no lo hacen adrede, sino que es una actitud más bien involuntaria, pero no hay nada que me saque más de quicio que ir tranquilamente conduciendo y ver que quien llevo al lado va haciendo los mismos gestos que yo.

Nos acercamos a una glorieta y, mientras freno y miro si vienen coches, veo por el rabillo del ojo una cabeza que se levanta y que mira y mira. Tanto mira que cuando me meto en la glorieta sigue mirando para ver a qué distancia están los posibles coches que vienen por el interior. Controla los semáforos, los pasos de peatones, los cedas, los coches que nos rodean, me toca las narices mientras aparco…. Vamos a ver. Sé conducir. De hecho, hace seis años que me saqué el carnet, así que no soy una conductora novel y he tenido tiempo más que de sobra para coger experiencia. Mis amigos me dicen que conduzco muy bien (algunos con la coletilla de “para ser mujer”), así que no entiendo el estrés que tienen estos personajes. Si fuese a 100 por una zona residencial, entendería que el de al lado se pusiese nervioso, pero respeto los límites de velocidad y las normas de tráfico, nunca bebo si voy a coger el coche y conduzco con mil ojos porque los coches me dan un poquito de miedo (por lo mal que se conduce en este país, todo sea dicho). Conclusión, no hay razón para ponerse en ese plan y lo único que consiguen es avivar mi instinto asesino. Se me pasan ideas por la cabeza cómo abandonar el paquete en una cuneta y que tenga que volver a su casa haciendo autoestop. Reprimo las ganas de parar el coche y decir “¿quieres llevarlo tú?” Creo que hay veces en las que hasta me sale un humillo negro de la cabeza.

Una de mis amigas es así y siempre evito llevar yo el coche cuando quedamos para que no me nazcan las ganas de matarla. Que sí, que puede que sea un poco exagerada, pero me pone muy nerviosa esa actitud, no puedo evitarlo. Y si voy con mi padre ya apaga y vámonos, porque es el típico que te va explicando todo como si no hubieses cogido un coche en tu vida y le va poniendo pegas a tu forma de conducir. Lo peor es que él no es precisamente un conductor ejemplar. Cada vez que voy con él a algún sitio se come cuatro bordillos y está a punto de atropellar a un par de abuelos, así que no entiendo la manía de dárselas de listo con los demás.

Definitivamente, no me gusta conducir.

bmw

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