lunes, 22 de marzo de 2010

Cuestión vocacional

Cuando un joven llega al año en que ha de realizar la selectividad y elegir la carrera que desea estudiar, ¿recibe suficiente información que le ayude en su decisión? No sé vosotros pero, en mi caso, cuando tuve que escoger, me encontré con que no tenía ni idea de los contenidos de las diferentes opciones. No me fue difícil elegir porque desde siempre he tenido una vocación clara pero, aún así, una vez empecé a estudiar en la facultad de biología, me di cuenta de que las cosas eran muy diferentes a como las imaginaba.

Muchas veces te encuentras con una lista de titulaciones y has de elegir sabiendo poco más que el nombre. Así ocurre, que muchos escogen su carrera en base a la idea que tienen en su cabeza de lo que puede ser y luego se decepcionan y terminan dejándola. Algo así le pasó a mi hermano. Hizo la selectividad y, como no tenía ni idea de qué estudiar, escogió en base a su nota y a como le sonaba que podía ser la cosa. Acabó estudiando algo que nunca le ha llenado (en su caso no lo dejó, sino que decidió terminar ya que había empezado) y de lo que prácticamente no ha ejercido (las prácticas de empresa y poco más).

Yo he tenido bastante más suerte. He estudiado una carrera que me encanta. Para mi gusto, es lo más bonito que podía escoger. Pero, una vez dentro, me di cuenta de que, realmente, para lo que yo quería hacer, que era trabajar con animales, no me hacía falta estudiar una carrera. Es más, el ser bióloga parece que lo dificulta porque, en muchos casos, te consideran personal demasiado cualificado para ciertos trabajos. A eso hay que sumarle que es una de las carreras con más paro del país pero, al fin y al cabo, eso ya lo sabía desde el primer momento.

El chico con el que salía en la época en que empecé la universidad, veía una tontería meterse a estudiar esa licenciatura si sabía que había muchas posibilidades de terminar trabajando en algo totalmente diferente. Para él, había que elegir, no en base a tus gustos, sino pensando en las salidas laborales. Yo le decía que no iba a desperdiciar tantos años de mi vida estudiando algo que no me atraía lo más mínimo. Para mí era y es mucho más importante sentirme a gusto con lo que hago.

Quizá, uno de los fallos en casos como el mío y el de mi hermano, es la excesiva importancia que se le da a los títulos universitarios en mi familia. Parece que, si no eres diplomado o licenciado, no eres nadie. Que sí, que está bien inculcar a tus hijos que una buena formación es importante pero, realmente, ¿es tan importante ser licenciado? Yo creo que depende mucho de las ideas de futuro que tenga cada uno.

Cuando me tocó hacer las prácticas de empresa, estuve en un centro de animales que yo misma escogí porque quería hacer eso y no tirarme todo el día encerrada en un laboratorio. Yo quería ver animales, saber cómo se trabaja con ellos, ver cómo funciona un lugar así. Cuál fue mi decepción al darme cuenta que allí los biólogos brillaban por su ausencia. Y este es sólo uno de los ejemplos que he ido viendo a lo largo de los años y que me han dicho que, para lo que yo quería hacer, con moverte un poco, hacer un par de cursos y poco más, estás listo.

No se nos da la suficiente información. Nadie se preocupa porque podamos dedicarnos a lo que realmente nos gusta. Y no lo digo sólo pensando en que cada uno se sienta mejor consigo mismo, sino porque un trabajador motivado rinde mucho más que uno que está allí simplemente porque necesita ganarse un sueldo.

Actualmente, trabajo de voluntaria en un centro de recuperación de fauna. Montones de veces me han dicho que qué narices pinto ahí, que no me pagan y me tienen el 80% del tiempo limpiando mierda. Pues sí, entiendo que para muchos sea eso, un trabajo de mierda. Es duro, por supuesto, lo que queda demostrado en la cantidad de gente que abandona a los dos días de empezar porque pensaban que eso era otra cosa. Se presentan allí porque ven la parte bonita desde fuera y vienen con ella en la cabeza. Los animales son bonitos, sí, pero también tienen su parte desagradable y hay que cargar con ello. A mí no me importa tener que estar limpiando sus desechos si con eso puedo estar cerca de ellos. Pensar que estoy ayudando a que estén un poquito mejor, me hace sentir realizada. Es una cuestión vocacional.

jueves, 18 de marzo de 2010

Inseguridades

Una de las cosas que hacen que no me tire a la piscina cuando se me cruza alguien interesante por delante, dejando a un lado el hecho de que puedo ser bastante tímida, es que me valoro muy poco a mí misma.

Hay personas que por ligar habitualmente ya se creen divinos y llevan fatal que les rechacen, hasta el punto de odiarte simplemente por no haber querido irte a la cama con ellos (tengo tendencia a encontrarme con este tipo de personajes). Pues bien, a mí eso nunca me pasará. Aunque se planten 50 maromos en la puerta de mi casa gritando, arrancándose la ropa y lanzándome flores, yo seguiré con mis inseguridades y sacándome defectos por todas partes.

Mi amigo Borja dice que estoy gilipollas y, siempre que empiezo a tirar piedras sobre mi propio tejado, me dice que se apuesta lo que quiera a que si empieza a preguntar a los tíos del bar que les parezco, el 90% diría que estoy muy buena (como me quiere mi niño).

La verdad es que nunca me he quejado de lo que ligo, aunque otra cosa es que me lo digan… Me pasa mucho que me entero de que le gusto a alguno por terceras personas, porque el susodicho se lo tiene bien calladito y se limita a hablar de tonterías cada vez que se encuentra conmigo. A lo que yo me pregunto, ¿tengo pinta de morder  o de partirle la cara al primero que se me acerque? Pero, volviendo al tema que estaba tratando, cuando me miro en el espejo siempre empiezo con los típicos pensamientos de “aquí me falta”, “aquí me sobra”, “joder, que ojeras…”, etc.

No sólo me pasa con mi físico, sino que también me critico a mi misma por ser tímida, por tener un carácter fuerte (mala hostia, que dicen) o por ser demasiado buena con la gente. Y así me pasa, que cuando aparece alguna contrincante que intenta arrebatarme al chico que me gusta, siempre pienso que ella le va a gustar más que yo y muchas veces me retiro sin haber presentado batalla.

Siempre he sido bastante insegura y sé que es algo que he de cambiar, porque hay que aprender a quererse a sí mismo por encima de todo, pero me cuesta horrores cambiar el chip. Tonta que es una…

miércoles, 17 de marzo de 2010

Ya viene la primavera

Por fin ha salido el sol en Madrid. Después del invierno que hemos pasado, poder salir a la calle sin paraguas ni bufanda es motivo más que suficiente para sentirse afortunado. Ya viene la primavera…

Nunca me ha gustado el invierno. Con lo friolera que soy, me paso los meses invernales sin ganas de moverme de casa, bien pegada al radiador. El frío me quita las ganas de todo. Únicamente los días de nieve me entran ganas de salir a hacer un poco el loco, como los niños.

Pero el calor lo hace todo distinto. Me vienen mil planes a la cabeza, no puedo parar quieta en casa y estoy de mucho mejor humor. Por mal que vayan las cosas, el simple hecho de salir a dar un paseo y sentarse en un parque a sentir la brisa en la cara, hacen que me vuelva mucho más positiva. Parece que todo tiene solución, que todo terminará saliendo bien.

Me encanta la sensación de despertar por la mañana, subir la persiana y que fuera luzca el sol sobre un cielo completamente azul. Ver a los pajarillos de un lado para otro, los árboles llenos flores, todo verde y precioso.

abeja_en_flor 

Adoro la primavera…

miércoles, 10 de marzo de 2010

Rabia

Quizás no es el momento más adecuado para escribir un post, me estoy dejando llevar por mis emociones que no son especialmente positivas. Siento rabia, rabia porque parece que he entrado en una racha en la que todo me tiene que salir mal.

Sé que no me he molestado en hacer nada por conseguir a Mario. Sí, es verdad, no ando muy espabilada últimamente, pero también pensaba que con el tiempo encontraría el empujoncito necesario para lanzarme a por él.

Pues bien, se ha cruzado entre los dos una tercera persona. Sí, el tipo de tía que nunca pensé que a él le interesaría. La típica que se dedica a zorrear con todos y cada uno de los tíos que se le ponen por delante y nos mira a las demás con gesto de superioridad, como si estuviésemos en un concursito para ver quien la más estupenda del universo.

Me ha tocado estar aguantando las risitas que se traían entre los dos, mientras me cagaba en todos sus muertos y me mordía la lengua hasta hacerme daño para no soltar las lindezas que se me pasaban por la cabeza. Porque no, no pienso perder la compostura por una chavala digna de concursar en Gran Hermano, que a algunas todavía nos gusta que se nos vea y se nos trate como señoritas. Así que he mantenido la sangre fría aunque la tuviese hirviendo por dentro y he pasado el trago como he podido.

Eso sí, ya estoy maquinando mi venganza…

lunes, 8 de marzo de 2010

Silencio

Hay veces en que no son necesarias las palabras para decir lo que sientes. Una mirada puede expresar más y mejor determinadas emociones que un largo discurso. Es difícil expresar sentimientos con palabras, pues la profundidad de estos hace que muchas veces se queden cortas o no sepamos elegirlas adecuadamente. Pero los ojos no engañan al que sabe leer en ellos.

Un simple gesto puede decir mucho. Un abrazo, una caricia, llegan a significarlo todo. También se puede romper el corazón a alguien sin abrir la boca. Un silencio en un momento clave, dice todo lo que no nos atrevemos a expresar hablando. Porque, en ocasiones, es más fácil callarse que dar una larga explicación.

blue eyes2 

Cuántas veces lo habré dicho todo en silencio…

miércoles, 3 de marzo de 2010

Los fantasmas del pasado (2ª Parte)

No pude resistir la tentación y le llamé. Necesitaba oír su voz una vez más, saber que sigue ahí, aunque ya no le vea. Que sólo necesito buscar su nombre en la agenda del móvil y al poco ya está al otro lado, como si nada hubiera pasado.

No, no quedamos, ni tengo intención de ello. Una cosa es hablar y otra muy distinta que nos veamos, porque entonces sé que seré incapaz de controlar la situación, y no me gusta que las cosas se me escapen de las manos. Pasar unos minutos hablando y riendo es fácil cuando sabes que lo único que puedes hacer es eso, hablar. La otra persona está lejos de ti, al fin y al cabo. Pero, cuando te encuentras con el otro frente a frente y basta con que estires un poco el brazo para poderle tocar, entonces, las cosas son de otra manera. A eso sí que no me quiero enfrentar. En este caso prefiero ceñirme a la prudencia. Tuvimos nuestro momento, pero ya pasó. Y, como se suele decir, segundas partes nunca fueron buenas (y menos teniendo en cuenta nuestro historial).

Esta mañana he estado pensado en el tiempo que hace que no estoy con nadie. No es sólo que no intente acercarme a ningún hombre, sino que tampoco dejo que nadie se me acerque. Tengo puesta durante todo el día mi máscara de mujer fría y distante. Cuando me hablan soy correcta, sonrío, pero no doy pie a entablar una conversación. Enseguida corto como puedo y sigo a lo mío.

Incluso con Mario (el chico del gimnasio) soy así. No lo hago adrede, es que no puedo evitarlo. Dice que últimamente apenas hablo y es verdad. Me sigue gustando a rabiar pero, simplemente, no encuentro nada que decirle. Incluso cuando hace algún comentario que podría aprovechar rápidamente para tirarle los trastos, sólo me sale sonreírle. Es como si me hubiese resignado a no tenerle y no está bien. Llegará el día en que se aleje de mi vida y me arrepentiré como una tonta por ni siquiera haberlo intentado.

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