sábado, 27 de febrero de 2010

¿Y ahora qué?

Ayer estuve dando un paseo por mi Universidad. Sí, tanto tiempo deseando perderla de vista y ahora me voy allí por amor al arte, pero ha sido mi forma de despedirme. Sé que tendré que pasarme alguna vez por allí pero, como nunca va a volver a ser igual que antes, esta ha sido mi forma de decirle adiós (o más bien hasta luego) a todo lo que he vivido entre esas paredes, bueno o malo.

Estoy en un momento de incertidumbre porque, por un lado me moría de ganas de tener por fin el título y hacer cosas nuevas, pero por otro me siento como una niña abandonada a la puerta del colegio, pensando ¿y ahora qué?

Que sí, que toca buscar trabajo, pero nunca he tenido del todo claro hacia cual de las diferentes orientaciones de mi carrera arrimarme y sigo exactamente igual. El otro día un ex-profesor me preguntaba en qué me gustaría trabajar y mi cara debió ser un poema, sólo supe decirle: “no sé, es que ando un poco perdida”. El tío debió pensar: “Pues muchacha, ya va siendo hora de que te decidas”, pero no lo dijo, se limitó a comentar que si necesitaba algo me pasase por el departamento.

Luego están los tres o cuatro personajillos que se empeñan en amargarme la vida y ponerme los nervios a flor de piel metiéndome prisa con que empiece a mandar currículos. Que se pensarán que porque me repitan las mismas frases todos los días les voy a hacer más caso, pues no, lo único que van a conseguir es que los mande a la mierda y me quede tan campante.

Pelín indecisa que es una… y pelín pesada que es la gente.

martes, 23 de febrero de 2010

Los fantasmas del pasado

De vez en cuando alguno de los fantasmas del pasado se decide a hacerte una visita. Esta vez ha sido una de las personas a las que más he querido en toda mi vida y quizás también por quien más he llorado.

Nos conocimos al empezar la universidad. Él era uno de esos chicos que resultan irresistibles, ya no por tener un físico impresionante, sino por la seguridad y el morbo que desprenden. Se fue derecho a por mí desde el principio y yo no pude o no quise resistirme a sus encantos. Estar con él suponía olvidarse del mundo completamente. Podía pasarme una noche entera simplemente besándole, no me cansaba. Cada vez que sus padres se iban el fin de semana me llamaba, cogía mi coche y me plantaba en la puerta de su casa. Poníamos una peli que nunca veíamos y nos pasábamos la noche en vela. Me besaba con pasión y me acariciaba con todo el cuidado del mundo, tocándome apenas con las yemas de los dedos, como si me fuese a romper. Le encantaba que fuese dulce y tierna con él y se acurrucaba entre mis brazos como un niño. Sí, era un niño que se transformaba en un hombre cuando hacíamos el amor. Entonces dejaba de ser dulce y se lanzaba sobre mí con ansia, mordiéndome, arrancándome la ropa y diciéndome palabras obscenas. Por la mañana no me quería dejar marchar. Me envolvía entre sus brazos, cubriéndome de besos, diciéndome lo mucho que le gustaba. Me subía al coche e iba todo el camino recordándole, flotando en mi nube, sin importar el cansancio ni que al día siguiente tocase levantarse otra vez a las 6.

El problema era que, fuera de esos momentos, nos llevábamos a matar. Discutíamos, nos mentíamos, día a día nos hacíamos más y más daño, pero nuestras discusiones siempre terminaban comiéndonos con más ansia cada vez. Le quería y a la vez le odiaba, no podía vivir sin él pero a veces repudiaba su presencia. Algo parecido debía sentir él. El tiempo nos fue alejando, cada vez nos llamábamos menos, hasta que perdimos el contacto por completo.

Hace unos días se enteró de que he terminado la carrera y decidió llamarme. Creí que le había olvidado, pero hablar con él me hizo ver que todavía siento el mismo cosquilleo cuando escucho su voz, sólo le había dejado escondido en un rincón, dispuesto a salir en cualquier momento. Quiere que nos veamos, que recordemos esas noches en su casa, dice que me desea y que quiere estar conmigo. No puedo negar que tengo ganas de tocarle otra vez, de saber cómo le ha cambiado el tiempo que ha pasado lejos de mí, pero me temo que si lo hago voy a volver a sufrir por él. Sí, me sentiré de nuevo en una nube entre sus brazos, pero tarde o temprano volverá la sensación de impotencia, el querer y no poder, el te amo pero no puedo tenerte cerca. No me siento capaz de acercarme a él de nuevo, al menos no todavía…

jueves, 18 de febrero de 2010

Que no es verdad

Que no es verdad
que no haya tiempo
para cerrar los ojos
y poder volar
por otros cielos,
afortunadamente sé
que no es verdad
que hayamos muerto
abandonados a la cruda realidad
de no querernos
afortunadamente digo…”



miércoles, 17 de febrero de 2010

¡Soy licenciada!

Tras días eternos de angustia en los que he estado a punto de matar a más de uno, por fin ha salido la nota de la última asignatura que me quedaba por saber. Tengo un notable, que me sabe a gloria y me convierte por fin en licenciada. Después de esto, todo lo que puedo decir es que me dispongo a olvidarme del puñetero frío que invade la península y a quemar la noche y todas mis energías guardadas en el periodo de encierro monacal que he sufrido en los dos últimos meses. Así que, saco los tacones, y que sea lo que Dios quiera.

z

viernes, 12 de febrero de 2010

Sensaciones

Me miras, sonríes y no puedo parar de pensar en tu boca en la mía y tus manos acariciándome. Tu boca, esa boca que he deseado desde la primera vez que te vi, preguntándome una y mil veces cómo besarán esos labios, qué se sentirá al tenerlos recorriendo mi cuello. Tus manos, que son como siempre me han gustado, grandes y masculinas pero suaves y cuidadas. Imagino cómo sería sentir tus dedos recorriendo mi espalda, quitándome la ropa, haciéndome tuya de una vez por todas. Imagino cómo debe ser dormir entre tus brazos, oliendo tu cuello, sintiendo tu respiración, sabiendo que esta noche eres mío y de nadie más, que hoy no importa nada más que eso.

Pienso en los meses que han pasado sin que nadie me toque, porque no he deseado a nadie más que a ti en este tiempo, porque he sido incapaz de intentar conseguirte. Estás tan cerca y a la vez tan lejos, que cuando me dices “preciosa” sólo siento no saber dejar de ser esa chica distante y de pocas palabras y enseñarte que, aunque parezca fría, bajo esa fachada soy puro fuego. Fuego que arde cuando tú estás cerca. Fuego que se apaga cuando te alejas. Fuego que sólo quiere tenerte.

fuego

martes, 9 de febrero de 2010

Retazos del pasado

Hoy me ha dado por acordarme de la primera vez que nos besamos. Fue uno de esos besos que te lo dicen todo sin una palabra. Con él supe que ibas a ser una de esas personas que se empeñan en dejar huella en tu vida, para bien o para mal. El tiempo me dio la razón…

Fuiste un ángel por poco tiempo, enseguida te empeñaste en intentar partirme el corazón. Afortunadamente te diste demasiada prisa en sacar a relucir todo lo cabrón que puedes llegar a ser, no me dio tiempo a encariñarme demasiado.

He de reconocer que lo pasé mal durante unos días. No podía entender como el mismo que hacía unas semanas se pasaba la noche entera acariciándome y besándome con ternura, de pronto se empeñaba en hacerme daño. Te odié y te desterré al más oscuro rincón que pude encontrar.

De vez en cuando te sigues tropezando conmigo y, si la casualidad no hace que nos veamos, me mandas algún mensajito para recordarme que estás ahí. No sé a qué juegas, ni por qué pretendes que no te olvide, pero el tiro te está saliendo por la culata. Porque cuando te veo ya no siento nada. El deseo se me terminó en cuanto vi que eras un perfecto imbécil, el odio cuando pensé que no merecías ni eso. Ahora me eres totalmente indiferente, simple y llanamente. Puedes tomártelo como quieras.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Cambiar

Ganas de cambiar, de hacer cosas nuevas, conocer gente diferente. Olvidarme de las mismas historias, las mismas caras.

Estoy cansada de ser la que siempre está ahí, escuchando, aconsejando, y que cuando soy yo quien se encuentra triste o confundida no haya nadie que venga a tenderme una mano. Muchos te cuentan sus problemas y buscan refugio en ti, pero no tantos son capaces de estar ahí cuando los necesitas.

Siempre he sido la fuerte, y siempre han dado por hecho que estoy bien, pero también me gusta tener a alguien ahí, aunque sólo sea para decirle que yo también me desespero a veces y que, aunque siempre consigo remontar y termino afrontando las cosas con una sonrisa, también necesito un abrazo de vez en cuando.

Así sonreír es más fácil.

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