lunes, 14 de febrero de 2011

De San Valentín y sus “queridos” regalos

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San Valentín… Ni me gusta, ni nunca me ha gustado. No lo he celebrado ni una sola vez con ninguna de las parejas que he tenido; y todo gracias a que he tenido suerte y me he encontrado con hombres que pensaban igual que yo, que el amor se demuestra todo el año y no hay necesidad de un día señalado para recordárnoslo. Además, tampoco soy muy romántica y las ñoñerías que se hacen en un día como éste me dan bastante alergia.

Por ejemplo, no me gusta que me regalen flores. Lo veo una soberana tontería (además de algo bastante poco original). Que sí, que son bonitas; pero se secan en nada y no me parece que merezca la pena pagar por ellas. Si me las regalan, lo primero que voy a pensar es que lo hacen porque no les daba la gana molestarse en pensar algo mejor. Que sí, que la mayoría de los tíos sois unos cutres, ¡reconocedlo!

La misma cara de póker se me queda si me regalan un perfume. Esto ya es algo más útil, pero está tan trillado… Joder, piensa un poco chaval… ¡qué no te vas a herniar! Además, no soy de perfumes fuertes, me hacen estornudar y estornudar hasta echarme a llorar.

Y ya puestos a pensar en regalos, los que no tienen precio son los que te hace la gente que no te conoce bien (esto no tiene nada que ver con San Valentín, pero me apetece contarlo). Lo cual me lleva a pensar en mi ex suegra y el puñetero jersey que me regaló en un alarde de generosidad. Por mí, se podía haber metido su generosidad por la puerta de atrás. Solo de recordar el jerseicito de las narices… ¡parecía un árbol de navidad con él puesto! La manera de combinar el brilli-brilli con los bordados horteras no tenía precio. Y lo peor es que no te puedes limitar a dejarlo en el fondo de cualquier cajón, sino que tienes que usarlo para no quedar mal con tu puñetera querida suegra. Esos días son aquellos del año en que más frío tienes, porque no te quieres quitar el abrigo por nada del mundo.

Pero no quedó ahí la cosa, porque al año siguiente decidió hacerme otro de sus regalitos. Esta vez fue un colgante, pero el más feo que encontró en la tienda. Tenía tal tamaño que podría haberla matado si decido darle con él en la cabeza y, era tan bonito, que todas mis amigas pusieron cara de espanto cuando se lo enseñé. Vamos, que yo creo que la tía lo hacía aposta. Como el no parar de traerme bombones y dulces varios porque, según ella, yo era muy golosa (mentira). Me parece que lo que intentaba era que se me pusiese un culo de un tamaño tal que fuera más fácil saltarme que rodearme.

¡Qué bien me vino dejar a su hijo y librarme de esa bruja!

Así que, os aviso. Si queréis hacerme feliz podéis regalarme un buen libro, una peli chula o un videojuego. También acepto ferraris, casas en Ibiza y viajes al Caribe. Y, si no, casi que no me regaléis nada; que no me voy a enfadar y vais a quedar mejor que si aparecéis con el primer churro que se cruce en vuestro camino.

Chicos, de verdad que queda mejor que nos regaléis vuestro propio cuerpo embadurnado de aceite y unos cuantos orgasmos bien trabajados, ¡que el puñetero perfumito de los cojones!

Queda dicho.

6 comentarios:

  1. Qué lastimita me da la gente que no sabe agradecer la intención de quien te regala.

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  2. La intención?? Yo tengo en cuenta la intención de los que sé que hacen un regalo de buena fe, no de los que sabes perfectamente que te regalan lo primero que pillan para no comerse la cabeza y no quedar mal.

    Qué quieres que te diga, pero para regalar algo que sé que no va a gustar prefiero estarme quietecita. Más lastimita da ver la cara del quien le han hecho un regalo "putada" y no sabe ni qué hacer con él.

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  3. Será que yo no creo que nadie levante el culo de su sofá, vaya a una tienda, saque dinero de su cartera (y mucho menos 40€ que es lo que cuesta de media un puto perfume) para hacerme una putada a mi.

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  4. Yo no he dicho que un perfume sea una putada de regalo, solo que me parecen poco originales.

    Si me quejo de que me regalen un perfume, es porque tu pareja se supone que te conoce mejor que nadie y debería saber qué te va a gustar y qué no. Y anda que no habré visto tíos que se van a comprar el perfume que les recomienda la chica de la tienda porque no se quieren molestar en pensar qué regalar. Se supone que si haces un regalo a tu pareja, deberías molestarte en pensar un poquito, y precisamente porque es tú pareja, no la vecina del quinto.

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  5. Coincido en que lo valioso de un regalo, sea a quien sea, está en pensarlo, elegirlo y sobre todo, buscarlo. Patear, preguntar, comparar y decidir es lo verdaderamente meritorio.

    Por lo demás... ¡ay!, con las generalizaciones. No todos los hombres regalamos flores o perfumes (ni tampoco la mayoría somos unos cutres), igual que a muchas de vosotras ninguna de ambas cosas os agrada como regalo. He conocido los gustos más dispares en ese sentido, así que no creo que haya norma que valga...

    Por cierto, no celebras San Valentín, pero... ¿qué hay del día de la madre o del padre? A mí me parecen la misma estupidez.

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  6. Sí, las generalizaciones no son muy buenas, pero no he podido evitar hacerlas. Ya sé que ni todos sois cutres ni típicos. Los hay que os trabajáis los regalos que da gusto, sorry.

    Y estoy de acuerdo contigo, los días de la madre y del padre son más de lo mismo. El problema es que a tus padres les guste, como les pasa a los míos. Siempre les regalo algo porque sé que les hace ilusión y el que yo no crea en ello no me parece motivo para chafarles el día.

    Lo mismo pasa con San Valentín. Nunca lo he celebrado porque lo acordaba con mi pareja pero, si algún día salgo con alguien a quien le haga ilusión celebrarlo... pues supongo que me morderé la lengua y haré de tripas corazón con tal de hacerle feliz.

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