lunes, 25 de enero de 2010

Cobarde

Suelo presumir de ser una persona que cuando quiere algo va a por ello y lucha por conseguirlo. Siempre he tenido un tanto de fama de mujer fatal y que no se corta un pelo en decir lo que piensa. Más de uno ha terminado rojo como un tomate y sin saber dónde mirar por alguno de mis comentarios algo subiditos de tono. Pues bien, se ha cruzado alguien en mi camino que me descoloca completamente. Delante de él me quedo desarmada y no sé qué decir ni qué hacer.

Me gustó desde el primer momento en que le vi. Esa sonrisa descarada, esos ojitos de niño bueno y ese cuerpo de escándalo se metieron en mi cabeza y se quedaron allí grabados.

Le conocí en un garito en el que él trabajaba y yo acudía con mis amigas a pasar el rato. Siempre que nos veíamos me saludaba y me soltaba esa sonrisilla que tanto me gustaba. Pero no le vi durante mucho tiempo, cambiamos de bar de moda y dejamos de encontrarnos. Hasta que tres o cuatro años después volvió a cruzarse en mi camino cuando resultó que nos apuntamos al mismo gimnasio. Él se acordaba de mí y siempre charlábamos un poco y nos contábamos nuestras cosas. En ese tiempo tenía pareja y nunca se me pasó por la cabeza intentar ligar con él, pero me parecía el hombre más guapo que había visto en mucho tiempo.

Al cabo de los meses tuve que dejar de ir porque mi agenda no me lo permitía, tenía mil cosas que hacer y no me quedaba tiempo para mí, así que estuve como un año sin aparecer por allí. Ahora he vuelto, estoy soltera y él otra vez se ha cruzado en mi camino.

Hemos vuelto a las charlas, a las risas y, de vez en cuando, coquetea conmigo. El problema es que no soy capaz de responderle. Me río, cambio de tema… lo que da la impresión de que no tengo ningún interés en él, cuando me ocurre todo lo contrario. Me pone nerviosa y no sé reaccionar, me bloqueo y busco la manera de salir de la situación. Puede parecer estúpido, pero me pasa y no me había ocurrido antes. Normalmente le hubiese dado a entender claramente que estoy interesada en él, pero me veo incapaz.

La semana pasada me levante una mañana diciéndome que ese iba a ser mi día, que me iba a plantar delante suyo y a decirle que me muero de ganas de comerle. Cuando le tuve delante me desinflé y terminé como todos los días, sin decir nada y sintiéndome imbécil, como si no fuera más que una quinceañera acobardada.

5 comentarios:

  1. Que rabia, tengo esa sensación y me mata de rabia. Que un tio me deje sin saber que decir y con ojitos de tonta me pasa últimamente, y me repatea, con lo que yo he sido, pero mira, supongo que está bien que llegue una persona que nos rompa los esquemas. Yo no creo que estés en una posición cobarde, creo que es más bien expectante. Supongo que tu subconsciente no quiere apostar sin tenerlas todas consigo, y cuando al subconsciente le da por actuar por libre a ver quien es la chula que lo engancha. ¡Paciencia! Ah, y que te sigo desde ya en esta etapa con el blog, a mi también me enloquece el rojo.

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  2. Sí, tienes razón, supongo que es cuestion de echarle paciencia, ¡ya llegará mi nomento! Aunque, sinceramente, es una situación un pelín desesperante.
    Encantada de que hayas decidido seguirme. Gracias.

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  3. Cuando te gusta alguien de verdad es normal esa vergüenza repentina, ese bloqueo...
    La cuestión es relajarse un poco y dejarse llevar, seguro que encuentras el momento...

    Un beso

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  4. Eso espero Mónica, eso espero. A ver si encuentro pronto el momento.

    Besos.

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  5. Cómo te entiendo. A veces parece que la adolescencia vuelve y somos incapaces de actuar con un poco de serenidad.

    Yo también me consideraba atrevida, y ahora estoy igual que tu, he conocido a alguien que me paraliza... Por suerte, el momento adecuado siempre llega, cuando menos te lo esperas. Déjalo fluir! Un beso.

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