Anoche, durante esa tormenta eléctrica de la que muchos hoy colgaban fotos, un rayo cayó sobre el edificio en que vivo. Tuvo dos consecuencias. La primera, que casi muero de un infarto. Estaba plácidamente dormida cuando sonó un estruendo que hizo retumbar las paredes. Creí que era el día del juicio final, hasta que recobré un poco la lucidez y me di cuenta de que sólo era una tormenta. Así que me di la vuelta dispuesta a seguir durmiendo tan feliz (pobre ilusa). La segunda consecuencia, que me ha tenido puteada toda la noche, es que nos quedamos sin luz durante varias horas. Horas que aprovecharon los mosquitos para hacerme la vida imposible. Sabían que mi preciado enchufe había quedado fuera de combate y aprovecharon para venir a por mí.
Opté por intentar eliminarlos a base de espray, pero sólo conseguí pasar un mal rato. Creo que hizo más efecto en mí que en ellos. Y como tenía tanto sueño que no era capaz de volver a levantarme de la cama, me he pasado toda la noche en una duermevela en la que intentaba dormir mientras tenía la mano preparada para soltar manotazos si les oía acercarse.
Conclusiones:
- No he dormido nada y llevo todo el día medio zombi.
- En la nevera hay algo con un olor un poco sospechoso.
- Algún gracioso aprovechó la tormenta para entrar a robar en el kiosko de la piscina de la urbanización. Sí, es triste. La gente es capaz de empaparse y correr el riesgo de que les parta un rayo, con tal de poder robar golosinas y refrescos.
- No tengo agua caliente. (Esto no viene a cuento pero me apetecía ponerlo).
Buen finde chicos. Yo creo que lo voy a empezar metida en la camita…