- Vamos morena, sonríe un poco, que parece que estás de luto.
- Es que pienso demasiado, ¿sabes? Y tanto pensar me borra la sonrisa de la cara y hace que me salgan arrugas en la frente. Normal que digan que soy demasiado seria…
- ¿Quién?
- No sé, la gente.
- Ya. Gente que no te conoce, ¿no? Gente que no sabe que estás como una puta cabra y a la primera de cambio te pones a bailar sin música y que le hablas a tus bichos con voz de idiota.
- Gracias, “querido”. Lo cierto es que últimamente no hablo mucho con nadie. Las mujeres no me dan conversación y los hombres se limitan a mirarme el culo.
- Será porque lo tienes muy buen puesto.
- No me importa si lo tengo o no lo tengo bien puesto. Estoy cansada de que los tíos sólo se acerquen a mí por mi físico. Joder, a la mayoría no les importa una mierda si tengo o no tengo algo en la cabeza. Lo único que les importa es que quedo bien en su lista de conquistas.
- ¿Acaso no has hecho tú lo mismo que ellos otras veces?
- Sí. Y no me siento orgullosa de ello. He estado con tíos que tenían la misma inteligencia que mi tostadora y me arrepiento de ello, pero en esa época sólo buscaba divertirme. Había salido de una relación muy jodida, lo había pasado tremendamente mal. Me apetecía pasármelo bien y no tener implicaciones con nadie. Salir con tíos a los que lo único que les preocupa es el tamaño de sus bíceps me ayudaba a no pensar.
- ¿Y ahora qué es lo que quieres?
- Quiero ser algo más que un culo bonito. No quiero un hombre para casarme y tener churumbeles, pero quiero que quien esté a mi lado sea porque le parezco divertida, inteligente, interesante… no quiero ser una mujer florero.
- Pues quizás deberías empezar por mostrarte un poquito más a la gente. No sabes lo difícil que resulta conocerte, te encierras en tu caparazón y así no hay quien sepa cómo eres.
- Sí, quizá…
- Sí. Luego te quejas de que piensen que eres fría, distante o simplemente una borde, pero es la imagen que das. Los que te conocemos sabemos que no eres para nada así, pero el resto especulan en base a lo que tú les muestras. Y lo que muestras no es lo que eres.
- Es que estoy cansada. No tengo ganas de esforzarme.
- Pues así no vas a conocer nunca a nadie. Tú misma.