Me he cansado de los falsos amigos. De los que te buscan cuando tienen ganas de desahogar sus amarguras y desaparecen sin dejar rastro cuando eres tú quien los necesita. De los que te llaman cuando no tienen nada mejor que hacer y te dejan tirado cuando encuentran un plan que les resulta más interesante que pasar contigo el rato. De los que te hacen la pelota cuando están contigo y luego te critican en cuanto te das la vuelta. De los que necesitan ser continuamente el centro de atención y, si no se hace lo que ellos quieren, montan en cólera te conviertes en la peor persona del mundo.
Llega un momento en el que te hartas de estar ahí para todos y que ellos no se dignen en devolverte el favor de vez en cuando. Tengo supuestos amigos de los que, si lo pienso, realmente no sé nada y veo que tenemos poco en común. Así que he decidido que voy a dejar de estar ahí para los interesados. Voy a ir tachando de mi lista a todos los que creo que no merecen la pena.
Para los amigos de verdad siempre estaré ahí, eso lo tengo claro. Pero el resto pueden olvidarse de mi existencia. Me propongo renovar un poco mi círculo de amistades, aunque verdaderamente no tenga muy claro por dónde empezar. Pero, en fin, que no aguanto más a las falsas amistades.