martes, 23 de febrero de 2010

Los fantasmas del pasado

De vez en cuando alguno de los fantasmas del pasado se decide a hacerte una visita. Esta vez ha sido una de las personas a las que más he querido en toda mi vida y quizás también por quien más he llorado.

Nos conocimos al empezar la universidad. Él era uno de esos chicos que resultan irresistibles, ya no por tener un físico impresionante, sino por la seguridad y el morbo que desprenden. Se fue derecho a por mí desde el principio y yo no pude o no quise resistirme a sus encantos. Estar con él suponía olvidarse del mundo completamente. Podía pasarme una noche entera simplemente besándole, no me cansaba. Cada vez que sus padres se iban el fin de semana me llamaba, cogía mi coche y me plantaba en la puerta de su casa. Poníamos una peli que nunca veíamos y nos pasábamos la noche en vela. Me besaba con pasión y me acariciaba con todo el cuidado del mundo, tocándome apenas con las yemas de los dedos, como si me fuese a romper. Le encantaba que fuese dulce y tierna con él y se acurrucaba entre mis brazos como un niño. Sí, era un niño que se transformaba en un hombre cuando hacíamos el amor. Entonces dejaba de ser dulce y se lanzaba sobre mí con ansia, mordiéndome, arrancándome la ropa y diciéndome palabras obscenas. Por la mañana no me quería dejar marchar. Me envolvía entre sus brazos, cubriéndome de besos, diciéndome lo mucho que le gustaba. Me subía al coche e iba todo el camino recordándole, flotando en mi nube, sin importar el cansancio ni que al día siguiente tocase levantarse otra vez a las 6.

El problema era que, fuera de esos momentos, nos llevábamos a matar. Discutíamos, nos mentíamos, día a día nos hacíamos más y más daño, pero nuestras discusiones siempre terminaban comiéndonos con más ansia cada vez. Le quería y a la vez le odiaba, no podía vivir sin él pero a veces repudiaba su presencia. Algo parecido debía sentir él. El tiempo nos fue alejando, cada vez nos llamábamos menos, hasta que perdimos el contacto por completo.

Hace unos días se enteró de que he terminado la carrera y decidió llamarme. Creí que le había olvidado, pero hablar con él me hizo ver que todavía siento el mismo cosquilleo cuando escucho su voz, sólo le había dejado escondido en un rincón, dispuesto a salir en cualquier momento. Quiere que nos veamos, que recordemos esas noches en su casa, dice que me desea y que quiere estar conmigo. No puedo negar que tengo ganas de tocarle otra vez, de saber cómo le ha cambiado el tiempo que ha pasado lejos de mí, pero me temo que si lo hago voy a volver a sufrir por él. Sí, me sentiré de nuevo en una nube entre sus brazos, pero tarde o temprano volverá la sensación de impotencia, el querer y no poder, el te amo pero no puedo tenerte cerca. No me siento capaz de acercarme a él de nuevo, al menos no todavía…

2 comentarios:

  1. No se guapa,siempre he sido partidaria de ser una camicace y hacer lo que me dictara el corazón, reir ahora aunque supiera con certeza que mas tarde iba a llorar...ahora, me cuido un poco mas...y quizás cuando conozco el umbral del dolor máximo me da miedo volver a tocarlo, por eso solo te puedo decir que si estuviera en tu lugar estaría tentada de ambas cosas, de acercarme , y de salir corriendo. Estando fuera...con la cabeza fria, saldría corriendo sin mirar atrás para no arrepentirme.

    Un besito, haz lo que te apetezca, es la única forma de no arrepentirte de tus decisiones.

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  2. Sí, me tientan las dos cosas, pero creo que me puede el miedo a pegarme el batacazo de nuevo. Por el momento me parece que voy a esquivarle y a dejar las cosas tal como están. No tengo ganas de sufrir de nuevo.

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